La Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNHM) ha sido encargada a través de la Ley 1424 de 2010 del diseño y la implementación de un Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad y la Memoria Histórica que permita aplicar los Acuerdos de Contribución a la Verdad y la Memoria Histórica con personas oficialmente reconocidas como desmovilizadas de agrupaciones paramilitares. El procedimiento no judicial de búsqueda de aportes a la verdad, oficializado a través de la firma de los Acuerdos de la Verdad, se inscribe en dos importantes propósitos: 1) ofrecer la posibilidad de resolver la situación jurídica a cada una de las personas desmovilizadas de grupos paramilitares no acogidas a la Ley 975 de 2005, con base en la entrega de contribuciones efectivas a la verdad y 2) aportar al esclarecimiento del fenómeno paramilitar, como contribución directa al derecho a la verdad, la reparación simbólica de las víctimas y de la sociedad y la búsqueda de garantías de no repetición de las graves violaciones a los derechos humanos asociadas a este fenómeno.
Los emprendedores y empresarios (EE) no solo son importantes agentes del desarrollo económico y social del país con una fuerte incidencia política y cultural, también son parte de los grupos sociales que han experimentado la dureza y la profundidad de las violencias en Colombia. Sin embargo, son escasos los estudios e iniciativas que reconocen y recogen directamente sus voces y recuerdos sobre vivencias con el conflicto armado en contextos y territorios particulares del país; así como también son muy pocos los trabajos que de estos agentes sociales que buscan resistir o aportar a la negociación política de disputas y a la construcción de paz. Aunque no es homogéneo, el sector social de EE puede contribuir en gran medida a la reconstrucción de acontecimientos y procesos claves para las historias locales, regionales y nacionales, aportando sus propios relatos y representaciones sobre la guerra, sobre sus eventos y episodios, sobre sus lugares, agentes y responsables. Narrativas y significaciones muy útiles tanto para entenderlos como agentes sociales, como para el esclarecimiento de lo sucedido, así como para la reconciliación, la reparación, la no repetición, y la construcción de paz en el presente y en el futuro del país.
“Los estigmas y señalamientos también han sido colectivos, es decir, han afectado a pueblos y comunidades enteras. Sus agresores los han calificado como guerrilleros o colaboradores de los paramilitares o del Ejército. Comunidades como las de Remedios, Segovia, El Salado, El Tigre, San Carlos, y la Comuna 13, por ejemplo, fueron señaladas por los victimarios como comunidades de guerrilleros o de paramilitares. Por mucho tiempo, el riesgo y el rechazo que produjo esta estigmatización les impidió circular libremente por el territorio, emplearse cuando se desplazaron, matricular a sus hijos e hijas en los centros educativos e, incluso, asentarse en nuevos barrios o municipios”. ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad (CNRR-GMH, 2013) La noche del 9 de enero de 1999, el casco urbano de la inspección de Policía de El Tigre, ubicado a menos de treinta minutos de La Hormiga (Valle del Guamuez), fue escenario de un acto de barbarie, cuando un grupo de hombres armados que se identificó como integrantes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) asesinó a 28 hombres, desapareció a un número no determinado de personas e incineró los bienes y enseres de algunos habitantes.
La memoria histórica constituye un camino para satisfacer el derecho a la verdad que tienen las víctimas del conflicto armado colombiano y la sociedad en su conjunto. Derecho a que se conozca la historia de lo que han significado estas largas décadas de horror para quienes la han sufrido y para toda la ciudadanía que, directa o indirectamente, resiente los efectos de esa violencia. Así, a la par de su dimensión de esclarecimiento, que pretende interpelar a la sociedad sobre las razones y responsabilidades que caben, la memoria histórica se construye también en el horizonte de dignificar a las víctimas. Memoria para esclarecer, para reclamar y para dignificar. Cuando se trata de violencia sexual, se ha escuchado muchas veces que su atrocidad constituye un espectro de “lo indecible” y que las víctimas no quieren o no pueden hablar de lo ocurrido. Sin embargo, el trabajo desarrollado por el CNMH (Centro Nacional de Memoria Histórica) en este tema, muestra que, en los tiempos y condiciones apropiadas, esto es, que resulten seguros y dignificantes, las víctimas han hablado: en muchos casos desean y necesitan hacerlo.